Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (10 de setiembre de 2023)

Cuando se pone en peligro, hermanos y hermanas, el equilibrio de poderes y el orden constitucional, se está estrechando la democracia, y eso no es lo que requiere el Perú.
Con inmensa alegría, los hemos recibido a ustedes esta mañana, en este día en que el Señor nos orienta sobre cómo hemos de ser en la Iglesia para ser una esperanza, un camino, una forma distinta de vivir que puede ayudar al ser humano, a toda la sociedad, a todos los pueblos, a poder abrirse paso en la historia. Es muy difícil caminar en la historia cuando hay tantos problemas y contradicciones, y la comunidad cristiana se ha querido presentar como una comunidad que es fuente de perdón.
Fuente de perdón significa que no solamente comparte, y perdona en nombre de Dios al pueblo, sino que practica permanentemente la corrección fraterna. El decirnos las cosas con la mayor claridad posible, pero también con la mayor mesura, con la mayor prudencia, de tal manera que no destruyamos cuando decimos la palabra, cuando nos llamamos la atención.
Y este camino que inició Jesús y que quiso que su comunidad lo tuviera por siempre, recibe de Él mismo estas indicaciones para que, dentro de la vida de la comunidad, todo se pudiera resolver en forma efectiva, clara y, simultáneamente, humana, razonable, prudente y con fineza.
“Si tu hermano peca contra ti, repréndelo, los dos a solas”. Hoy el Papa decía: “No en público y con chismes”, sino a solas y sin estar rumoreando. Si te hace caso has salvado a tu hermano, si no te hace caso, ahí sí llama a otro o a otros dos “para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos”. Es decir, tampoco se hace público un problema grave que ha podido tener alguien, se comparte con algunos para ayudar. Todos los que, entonces, vienen como testigos, también ayudan en la conversión del hermano.
Y, al final, dice: “Y si no les hace caso, díselo a la comunidad”. Solamente se dice a la comunidad cuando el caso se convierte en grave, porque esa ofensa es una cosa seria y es necesario que toda la comunidad intervenga y diga: “esto no está bien, eso está mal”.
Al final, dice el Evangelio: Si sigue empecinado y se resiste y ni siquiera escucha la comunidad, “considéralo como un pagano y un publicano”. Este texto es interpretado, razonablemente, como que se le excluye de la comunidad, pero ¿cómo trataba Jesús a los publicanos y a los paganos?, se acuerdan del caso de la pagana (la cananea) que la vez pasada le pedía al Señor: “Cura a mi hija”. El Señor, primero, la trató distante, pero, luego, cuando ve la fe de esta persona, entonces, la atiende. Inclusive, si no ve la fe, el Señor siempre trató a las personas con dignidad. Él decía: Inclusive “los publicanos los precederan en el Reino de los Cielos” mucho más rápidamente que ustedes, los creyentes, que se empecinan en sus cosas.
Este trato con todos, amable, e inclusive con quienes están fuera, es porque, justamente, quien se empecina, se autoexcluye de la comunidad y hay que empezar todo el proceso de conversion cristiana nuevamente. Y ese proceso cristiano empieza por compartir el testimonio del amor de Dios.
En ese sentido, hermanos, todo lo que significa para nosotros, el encontrarnos para ayudarnos, es indispensable. Y la Iglesia está para eso, para ser fuente de comprensión, para que resolvamos los problemas, especialmente, los más fundamentales y, sobre todo, para que, entonces, ejerzamos este don que tenemos por parte de Pedro y que la Iglesia lo ha recibido de parte de Dios, que es el don de “atar y desatar”, de tal manera que podamos ir ayudando a que todos recapacitemos.
Por eso, al final, dice este texto, de una manera preciosa: “Si ustedes dos se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos”. Quiere decir que el acuerdo constituye una especie de norma de la comunidad como un aporte a toda la humanidad. Por eso, el Papa ahora está propiciando – y dentro de unos días empezará – la primera sesión del Sínodo de los obispos, que este año es el Sínodo de la sinodalidad, con cerca de 3600 delegados de todo el mundo, en donde vamos a ponernos de acuerdo sobre cómo vamos a seguir modificando algunas cosas en la Iglesia para poder hablarle al mundo que viene. Es muy difícil todo lo que se viene y necesitamos, entonces, hablar adecuadamente a ese mundo.
Por eso, el Señor dice que está presente cuando dos o más estamos reunidos. Hoy día somos muchos más y aquí está presente el Señor, y estamos presentes para escuchar su voz y para no rechazarla, sino para poder convertirnos y ponernos de acuerdo todos en algo fundamental para vivir.
Qué importante que nos haya tocado este texto en las vísperas del día 12 de septiembre, que es el día en que nuestros hermanos del GEIN nos salvaron a través de su inteligencia profunda y sabia y se encomendaron a la Virgen de la Sabiduría. Porque la sabiduría está en aprender a ponerse de acuerdo, en hacer las cosas con paciencia, con prudencia, en generar climas de paz. Y ustedes, hermanos del GEIN, lo lograron para todos nosotros, siendo tan pocos, pero con una constancia y la belleza de su comportamiento que para todos ha sido ejemplo de esperanza, inclusive, para la humanidad. Nunca se había visto algo así.
En una situación dramática terrible que ustedes recuerdan, ustedes pusieron el dedo en la llaga y sin disparar un tiro. Ese es un acto de sabiduría, de confianza en que las cosas se resuelven con inteligencia verdadera, que siempre les vamos a agradecer y, por eso, hemos querido, además, instituir en la Diócesis de Lima el día 12, junto con los padres montfortianos, esta Fiesta de la Virgen de la Sabiduría para que todos siempre caminemos en esa actitud sabia, profunda, que intuye las cosas y sabe destilar acciones adecuadas y justas, para no desesperarnos y no desencadenar cosas terribles.
Y es lindo que haya venido toda la procesión infantil del Señor de los Milagros, con el anda de los niños, porque son las nuevas generaciones de niños las que tienen que aprender que ese Señor que está en la Cruz que, como el Papa dice siempre, no clavado por la fuerza de los clavos, sino por su infinita misericordia, porque no quiso bajarse de la Cruz para esperar en nosotros, confiando en nuestras disponilidad a cambiar. No para decir: “borrón y cuenta nueva … y no se preocupen, así pequen, no tienen por qué convertirse” ¡No! Es un llamado a la conversión, porque Él entrega su vida por amor a nosotros y nos perdona, efectivamente, y nos transmite la capacidad de perdonarnos y nos perdona para que cambiemos, no para que nos quedemos iguales.
Y esto es una de las cosas que creo que podemos destacar más en la sabiduría con que ustedes, hermanos del GEIN, procedieron hace 31 años. Es decir, no solamente le rezaron al Señor para que los ayudara y, especialmente, a la Virgen, sino para que ustedes mismos sean ayuda y actúen en forma inteligente. Era difícil en esos momentos, muy difícil.
No sé si está la parejita del GEIN que hizo de enamorados y que ahora deben también cumplir sus bodas. ¿Están acá? ¿No han venido? Qué pena que no han venido, yo pensaba ahora bendecir su relación otra vez. Pero, en todo caso, si aparecen en algún momento, me dicen y al final de la misa o en el ofertorio hacemos la bendición de la pareja de enamorados, que es la que se “robaba” la basura para traernos los indicios y poder actuar pacíficamente.
La sabiduría, hermanos, es fundamental, sobre todo, en los momentos en los cuales vivimos en todo el mundo una crisis de desesperación, en donde todo el mundo empieza a decir: “¡Mejor yo! Yo soy la solución. Yo, yo y nada más que yo”. Nada más que es la prolongación de ese sistema que hemos tenido, que ha sido interesante, prometedor, porque hubo mucha inversión, etcétera., pero que, simultáneamente, nos está alocando por imponer las cosas unos sobre otros. Y eso nos puede llevar a la destrucción en todo el mundo, porque todos esos “mesías” que surgen, ya el Señor, nos decía: “Van a surgir mesías que se van a llamar a sí mismos, cristos” pero sabemos que no van a salvar a nadie, porque nadie se salva solo. Nos salvamos juntos o no nos salvamos, tenemos solidaridad y sentido común para el servicio de todos o nos hundimos. Y, por eso, es lindo que los niños, desde pequeños, sean una hermandad.
¿Qué es lo que el Papa Francisco dice en su última Encíclica? Fratelli Tutti, Hermanos Todos, hermandad entre todos, hermanamiento general, para afrontar las situaciones difíciles. Quizá, también, nuestros chicos de la Confirmación que están aprendiendo, discutiendo entre ellos, bonito, cómo se aprende juntos a ser hermanos. Y, qué bonito que la hermandad lo haya hecho hace muchos años con la hermandad de niños que van a cargar hoy día por toda la ciudad, porque todas las cuadrillas están repartidas, haciendo su procesión, la procesión de los niños.
Hermanos y hermanas, en la situación difícil que vivimos, es importante que recordemos que es posible ponerse de acuerdo, y para ponerse de acuerdo necesitamos salir también de otra forma de ponerse de acuerdo, en donde no está el Señor, por ejemplo, ponerse de acuerdo bajo la mesa y después hacer cosas que afectan a todos. No se trata de hacer acuerdos bajo la mesa, de los cuales, la gente no está enterada. Se trata de hacer acuerdos verdaderos, públicos, en donde reiniciamos un camino interesante y vivo para nuestro pueblo.
Y eso es ser verdaderamente cristianos, porque los cristianos no somos personas que vivimos nuestra fe en nuestro interior para no salir al exterior, sino para mostrarlo no como propaganda, sino como suscitación de un camino interesante para vivir. Y, por eso, damos prioridad, hoy día, en la celebración, no solamente a los hermanos y a todos los que han venido, sino, sobre todo, al grupo que nos enseñó a hacer, por lo menos, germinalmente todos una semillita de sabiduría para nuestro pueblo, que son ustedes, hermanos del GEIN.
Por eso, hoy día, quisiera manifestarles, con el corazón a todos, y como se trata de corregirnos entre peruanos, quisiera decir unas palabras que he escrito para no equivocarme en ninguna palabra:
Cuando se pone en peligro, hermanos y hermanas, el equilibrio de poderes y el orden constitucional, se está estrechando la democracia, y eso no es lo que requiere el Perú. Todas las instituciones del Estado y los poderes públicos están llamados a ser muy cuidadosos y actuar con prudencia, para procesar diferencias y conflictos, recurriendo a procedimientos transparentes y ajustados al derecho.
Causa gran preocupación en todos los ciudadanos, que ciertas graves decisiones que se están debatiendo en los últimos días conduzcan a todo el país, a nuestra democracia, a salir del marco institucional. Debemos evitar precipitarnos a un abismo que, como sabemos, luego, es muy difícil de salir de él, de reconstruir lo que destruimos.
Pido a la Virgen María, Sede de la Sabiduría, ayudarnos como ayudó a nuestros hermanos del GEIN y nos ayudó a todos, a recapacitar, especialmente, a quienes tienen en sus manos las decisiones de tan honda repercusión para todos los peruanos.
Y, por eso, vamos a rezar hoy día a esa Virgen, para que todos tengamos su sabiduría y actuemos con esa mentalidad de pensar bien lo que hacemos. La frase clave para pintar a María en los Evangelios es: “Y guardaba estas cosas en su corazón”. No se lanzaba inmediatamente a hacer lo primero que se le ocurría. Y cuando se lanzó y corrió, fue para ayudar a Isabel después de no haberlo pensado mucho, porque ella también estaba encinta. Y pudo, corriendo, haber perdido el bebé, pero arriesgó también y pensó muy bien en su corazón cómo en una situación en donde ella tenía una misión, cómo cumplirla, de tal manera que también Isabel pudiera dar a luz siendo viejita.
Que Dios los bendiga, hermanos y hermanas. Hermanos del GEIN, gracias por el don de su sabiduría que supo acoger la sabiduría de María y pudimos llegar hasta donde estamos todavía hoy. Que todo lo que ustedes han logrado como inicio, como germen, como semilla de la paz, no pueda ser destruido jamás.
Gracias, hermanos y que Dios los bendiga a todos, y que podamos unirnos siempre en el amor del Señor de los Milagros que la Virgen María nos regaló.
Amén