En un contexto de graves crisis política, social, cultural, económica que vive nuestro país, compartimos el Mensaje Final del Encuentro Nacional de la Pastoral Social 2023 “Los gritos de los pueblos y la tierra nos interpelan para la acción profética sinodal”.
“Los gritos de los pueblos y la tierra nos interpelan para la acción profética sinodal”
Reunidos en Lima, representantes de equipos de las pastorales sociales de 36 jurisdicciones eclesiásticas de todo el país en el ENCUENTRO NACIONAL DE LA PASTORAL SOCIAL 2023, convocado por la Comisión Episcopal de Acción Social – CEAS, analizando los signos de los tiempos, “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren”[1] en éste momento crítico de la historia del Perú y del Mundo.
Constatamos, que vivimos los escenarios más feos, repugnantes y peligrosos, con problemas y conflictos sociales en crecimiento, corrupción generalizada, una economía que vive de la extracción y destrucción de nuestros ecosistemas, cabeceras de cuenca, bosques, que contamina y pone en riesgo la vida de nuestros pueblos, que llega al 80% de población sumida en la informalidad por necesidad al ser descartados por el sistema económico imperante, nos exige como miembros de la Pastoral Social Nacional a no corrernos de los desafíos que se nos presentan, porque desde esa terrible realidad actual, es Dios mismo que nos habla y nos exige actuar ya, con tareas y acciones, pues hay mucho que hacer por parte de la Iglesia.
La acción social de la Iglesia en éste momento más que nunca debe estar fundamentada en el rol profético, que conlleva el anuncio, la denuncia, pero fundamentalmente la propuesta. Por ello, somos conscientes que debemos recuperar la esencia de la primera iglesia, aquella que nació hablando, profetizando, y por ello fue perseguida, por seguir el verdadero sentido de la sinodalidad.
Lamentablemente, el llamado de Papa Francisco a priorizar la sinodalidad en la Iglesia, tiene grandes enemigos en nuestro interior mismo, que son el clericalismo, el fundamentalismo, el colonialismo que se sigue imponiendo y la neutralidad. Si el verdadero sentido de la acción social es la búsqueda de la justicia social, el respeto por una democracia para todas y todos, la lucha contra la corrupción, no podemos permanecer en un silencio cómplice ante la actual realidad, debemos afianzar y recuperar la esencia de la profecía, o estamos caminando con el pueblo de Dios, o estamos contra él.
El camino de la sinodalidad al que nos llama Papa Francisco es afirmar la profecía. Ser profeta en éstos tiempos es sentir el sufrimiento de nuestro pueblo, y ello compete no sólo a la jerarquía eclesiástica, sino a todo el pueblo de Dios, que abraza a toda la humanidad. El estar atentos a escuchar los gritos de nuestro pueblo nos debe llevar a la acción, pues la profecía es dinámica y audaz, y no paciente y calculadora.
En ese sentido los equipos que conformamos la Pastoral Social Nacional, asumimos el desafío de atrevernos a regenerar la iglesia, pues el conformismo ante la realidad que a muchos y muchas nos invade a nuestro interior, significa la muerte para cualquier comunidad. Por ello debemos convertirnos desde la experiencia de Jesús, en una iglesia inspirada en las primeras comunidades cristianas.
Es fundamental desde la Pastoral Social, impulsar procesos de fortalecimiento ciudadano, que generen una necesaria escucha activa y comprensiva, donde se mantenga la esperanza desde las propias iniciativas de la gente, del pueblo de Dios que tiene alternativas ante la crisis social, política, económica y ética, y que quiere ser escuchado.
Las protestas sociales de los últimos tiempos y las ya anunciadas, son verdaderos procesos proféticos, que anuncia un pueblo que rechaza que se mantenga el colonialismo sobre ellos, y que lo que propone es mayor participación política, y frente a su propuesta, han recibido rechazo, violencia y muerte, no espacios de escucha y comprensión, ni justicia por las 49 víctimas y sus deudos.
Como Pastoral Social Nacional asumimos el compromiso de generar espacios de escucha, para facilitar que la voz de nuestro pueblo sea escuchada, que podamos a partir de ello generar un renacer de la esperanza en un Perú diferente, “un país que se reconozca positivamente como multiétnico, pluricultural y multilingüe”[2], sin racismo, sin violencia, con una verdadera democracia para todas y todos, sin corrupción, donde no sea el dios dinero el que siga reinando, y donde nuestras y nuestros jóvenes sean la base de una autentica regeneración del país, que es el volver a ser engendrados para dar a luz una patria nueva, para todas y todos.
“Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”[3]. Hermanos y hermanas, hay mucho que hacer por parte de nuestra Iglesia, la tarea, la acción y la esperanza nos llaman.
Lima, Julio de 2023
[1] Gaudium et Spes, N° 1
[2] Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), Conclusiones N° 171
[3] Fratelli Tutti, N° 8